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E L O S O T H E G O O D

  • Writer: tomasbaezaparaud
    tomasbaezaparaud
  • Feb 18
  • 9 min read


Across Andes 2022, una aventura inolvidable.

Km 850 apróx. Llegué a Lastarria y entré en un kiosko, ahí la señora que atendía me regaloneó infinito, conversamos, le expliqué lo que venía haciendo y quien sabe el estado en que uno llega, la cara, la tierra y todo, uno cree que anda como cualquier día por la vida, sin saber ni que día es. Preparamos unas “maruchans” con caldo de verduras, que me volvieron el alma al cuerpo, me comí dos de esas antes de partir a cerrar la carrera, según yo.


Rápidamente pasó Gorbea y decido sacarme la parka, creo que aquí hay un detalle, la temperatura corporal si o si empieza a cambiar, las decisiones de abrigo y de desabrigo son a veces bastante irracionales, pero ahí está uno, haciendo lo que puede con lo que hay. Ahí perdí mis anteojos, que quien sabe los dejé, guardo la parka y empieza la maravillosa y única sexta faja, en mi cabeza este año sería más plana y le ganaría, no sería un camino interminable como el año anterior, que fue completa de noche. Así partí y la verdad comparado al año anterior iba mucho mejor, incluso con el vuelo de las bajadas hacía los repechos gigantes, no caminé como el año anterior en la subida larga y había luz entonces era una experiencia completamente diferente hasta que empezó el atardecer, si bien las mejor fotos son de ese momento debo decir que una vez que cayó la noche, empezó la pesadilla más loca que he tenido arriba de la bici y no precisamente de piernas, más bien de cabeza.



En ese momento en que la luz se fue, todos los árboles se transformaron en dinosaurios gigantes o perros, cada luz era algo diferente, mucho más que una luz, personas por todos lados que no eran, la verdad estaba bien consciente de lo que me pasaba y por qué, pero me sorprendía de que de la nada un árbol, era otra cosa, como entrar en un mundo paralelo en la noche, así me pasé todo el tiempo luchando contra eso, debía llegar a Villarrica, tomarme un café gigante y partir a meta, quedaban piernas pero la noche empezó a decir lo contrario, empecé a ir lento, no se acaba el camino, esta vez no había tierra para llegar a Villarrica, sólo cemento, revisaba el mapa, no entendía mucho, quedaba poco pero mucho, ni idea en que estaba la carrera, yo estaba en mi propia pelea contra mi cabeza. Logro conectar el camino que me llevaría a Villarrica y me topó con una berma enana, o eso es lo que recuerdo, mucho sueño, me quedaba dormido andando, incluso me caí hacia la tierra un par de veces, había mucho tráfico y me asusté, porque si me iba para el otro lado me podían atropellar. Paró en un paradero, a.k.a Hotel, y trató de dormir pero pasaban tantos autos que no lo logré, sigo lento, muy lento, no tenía claro cuánto faltaba pues en kilómetros todo era lento, no quería saber tampoco pues contar kilómetros al revés, sabemos que es un arma de doble filo, finalmente logro entrar a Villarrica, sin saber mucho que hacer.



Además de las alucinaciones de perros gigantes y dinosaurios por el poco sueño, que a esa altura sumaba una hora en más de dos días y medio, mientras iba en el camino de berma chica empecé a experimentar una sensación rara, de que esto lo estaba haciendo por alguien más, no por mí, que esto era una “pichanga” y no Across Andes, que yo ya había hecho esto una vez y no necesitaba demostrarle nada a nadie, pero sentía que había un grupo de personas que me presionaban para que lo hiciera. Esto me molestaba, yo sabía que alucinar es parte de la falta de sueño y el cansancio de estas carreras, pero más cansador es pelear contra lo que uno piensa y ve sin parar, esto me bajó el ánimo, me amargó y en Villarrica me senté en un restaurant que estaba abierto, no era tan tarde, pero yo no tenía mucha noción del tiempo, me senté a pensar sobre todo lo que me pasaba.


Eran las nueve de la noche, no tenía mucha hambre, pero había Capuccino con leche vegetal, lo que me entretuvo bastante rato. Igual comí, pero no fui capaz de comerme completa la hamburguesa, cosa rara en mí. Mi cabeza daba vueltas y vueltas en la “sensación”, pero a la vez me auto corregía diciéndome que no era real y que todo estaba bien, según yo estaba a 4 horas de la meta, dos subidas y listo, eran 80 kms que ya los había hecho antes, de día. Creo que un error o de algo que no fui capaz por el estado, fue de comunicar más esto al círculo de seguridad que tenía por teléfono, me encerré mucho en mi y en luchar, cuando podría haber contado que me pasaba.



Me logré enfocar y me mentalicé para armar un plan para cerrar la carrera, pues sentado no se iba a arreglar el tema, estaba tan cerca que ni pensé en dormir para seguir después, sabía que quedaban piernas y la íbamos a pelear. El tema era simple, eran dos subidas que las iba a enfrentar a tope, porque de esta manera mi cabeza se enfocaría en el sufrimiento de subir y dejaría de pensar en toda esta sensación, en teoría.


Me tomé otro café y partí, avanzando, escuchando música, y tratando de que pasaran los kilómetros, el tema es que a los 30 minutos de haber salido la sensación no se iba y era peor, ahora tenía nombre y cara el que “iba conmigo” o por quien hacia todo esto. En ese momento decido dormir en un paradero para reponerme y seguir, lo que no sirvió de nada pues seguía igual.


Seguimos avanzando, llegué a la tierra y además de los perros gigantes, dinosaurios y otros, detrás de la luz de la bicicleta veía reflejos como de personas que hacían gestos con las manos, eso ya me empezó a cansar, porque además de todo lo que pasaba por mi cabeza, estaban estas manos que me molestaban bastante.


En un momento trato de desconcentrarme un poco y empiezo a mirar el entorno, en la obscuridad no veía mucho pero quería ver las estrellas, los colores o lo que pudiese con tal de no ver más esas manos y en un momento miro a mi derecha, veo una silueta y vuelvo a mirar, mientras pedaleo veo un “OSO”, uno grande, negro, con una cabeza gigante, todo su contorno brilla y me va acompañando, a mi ritmo, veo esto y me río sólo, digo al fin una alucinación buena, me alegro y no miro más, para mi estaría ahí toda la noche siguiéndome como un perro para que no estuviera sólo.



Dentro de toda la locura pasa esto, que me alegra por que la sensación de amargura no se me iba, seguía, los gestos no se iban, cuando en un momento se me ocurre que si instalo y prendo la luz de la cabeza lograría eliminar el reflejo, desaparecerán las manos y esos reflejos molestosos. Detalle es que tenía la luz fuera del casco, había que instalarla, con amarras plásticas y con una maniobra nada de fácil, ni yo se como lo logré en ese momento, es de esas cosas que uno no entiende, ni nunca entenderá.


Dicho y hecho, se fueron los reflejos y ahora, junto al OSO, teníamos que terminar la subida para bajar y llegar a Cunco a cerrar la aventura. Le metí, le metí, hasta que mi cabeza no daba más, la sensación no se fue, el oso tampoco, sólo los reflejos pero había que terminar y pronto, no miré la hora, ni la app, ni nada, sólo quería avanzar, tratando de comer y tomar, que a esa altura era muy difícil. Logré terminar la subida, que el gps me engañó, se supone que se terminaba según el gráfico pero seguía subiendo, ahora sin tanta pendiente, pero subía, para luego pasar y llegar al lago Cólico, al camino de tierra para llegar al cemento y encarar a Cunco. Hice la bajada, ni idea del ritmo ni si bien o mal, ya el tema era avanzar, pero tenía mucho sueño, una vez que llego al plano para conectar con el camino hacia Cunco decido buscar un lugar para dormir, “paraderos” según yo, casitas para proteger los basureros de la lluvia, no tenían banca, entonces no podía usarlos. Pero encontré un lugar, que tenía un perro que no paró de ladrar hasta que me fui, que si lo pienso bien, imagínense llega un personaje echo papá, que huele quizás a que, con la cara hinchada y además viene con un oso gigante acompañándolo, claro que me iba a ladrar hasta que me fuera.


“Despierto” de la siesta, según la alarma 15 minutos y me llama mi mamá, tipo 4 de la mañana (Esta parte fue recreada con la información posterior a la carrera, pues según yo habíamos hablado dos segundos y le había dicho que iba bien, cansado, que quería llegar pronto), pero la realidad fue que despotriqué contra todo el mundo, contra el personaje que iba conmigo o para quien hacía la pega, contra la carrera, contra la noche, contra todo, me contó después que me cortó porque la verdad no iba a nada nuestra conversación. Ya pedaleando se me acabó el agua y se me ocurrió tomar cafeína para despertar y poder llegar, sin agua fue bastante complicado hacerlo y asqueroso, no podía tragar, después de un rato me sentí muy mal.

Finalmente llego al cemento en donde sabía que todo ya iba a fluir, conocía el camino, sabía que era rápido y que más o menos debería ser poco tiempo, en ese momento me dedico poner una música más motivante, pues seguía con la sensación, pero ya empezaba a amanecer por lo tanto todo iría mejor, al menos no veía dinosaurios ni perros gigantes. Y pensé que Ska-p era muy prendido, cuando chico lo escuchaba y hacía rodillo, grave error, la protesta y resentimiento eterno de ese grupo no fueron la mejor opción para el momento, me costó decidir cambiar, pero finalmente lo hice. Música más neutral para llegar a Cunco, al fin de día, pero muy temprano, no había alternativa de comer nada, llenar agua, tomar un café, todo cerrado, pero al fin en Cunco y los últimos 30 kilómetros.



En ese momento aparece la camioneta Garmin, al fin caras conocidas, me río sólo y probablemente sin mucha coherencia les cuento de todo lo que había vivido en la noche, que vi un oso y varias cosas más, para mi todo normal pero seguro deben haber dicho, pobre cabro… Agarro ritmo para los últimos kms y me empiezo a sentir mal, como en Cunco todo estaba cerrado, no logré conseguir agua y ya me daba sed, me acordé que me había tomado la cafeína y me empecé a pasar rollos si eso me hacía bien o mal, que me iba a deshidratar o algo, en eso veo una señora entrando a su casa y le pido agua, me la dio en un vaso de schop gigante, casi al seco, con eso ya estaba recuperado y listo para el final.

En varios momentos pensé en que diría cuando llegara a la meta, no sé porque lo pensaba, tal vez porque sólo quería dormir mucho y salir de la mala sensación, que seguía, venía mejor, pero tenía eso muy presente, y pensé en decir que es increíble como prácticamente la misma ruta te puede dar una historia completamente diferente.



En ese momento apareció la familia, la Lola, la Simona y la Cate, uno de los mejores momentos, en donde lo único que quieres es abrazar a todos, sin importar la carrera, pero no se podía, quedaba poco y había que llegar, pero verlas fue mágico, sentía que ya estaba tan cerca, en cosa de minutos me empecé a sentir pésimo, me dolía la guata, tenía ganas de vomitar, no tenía fuerza, medio mareado, realmente las horas me estaban pasando la cuenta, pero no podía parar, seguí como pude, muy lento e incluso en Melipeuco, a menos de un kiómetro me bajó un sueño potente, paré un segundo y me quedé dormido parado, en la mitad de la calle. Menos mal era temprano, quedaba 1 kilómetro y sentía que no podía avanzar, ya sólo pensaba en que se acabara y dormir, no quería nada más. Sólo una cama y dormir.



Finalmente aparecen Los Pioneros de Melipeuco y la meta, ya se había acabado, la tortura se terminaba y no sabía que pensar, no entendía nada pero al cruzar la meta, cuando la Simona y la Lola me abrazaron todo se ordenó, se había acabado, 1.000kms más al cuerpo, otro Across Andes al bolsillo, Tagle me gritaba que levantara los brazos pero no me daba para nada, Mariano grababa el live, pero no entendía mucho, me senté y empecé a recordar todo lo que pasó en la noche, una locura. Cuatro horas que fueron ocho finalmente y que me permitieron bajar el tiempo en más de 6 horas comparado a la versión anterior. Luego Andrew y Claudio Olguín me felicitaban y todo tenía sentido, la Pauli esperaba con su energía para recibirnos, la Cate me abrazó tan fuerte que me hizo sentir que todo fue especial, que no estaba sólo, que esto es mucho más que hacer algo por uno mismo y que lo hago porque sé que puede motivar a otros a superarse, a ponerse objetivos y ver las cosas arriba de la bici como yo las veo.

Uno le puede dar mil vueltas a la carrera, que fue buena o mala, que esto o que lo otro, pero lo cierto es que se cumplió y que esta experiencia una vez más me sorprendió y encantó, el ultra te enamora y fuerte.

Agradecer a cada uno de los que siguió la carrera, los mensajes previos, durante y después, las llamadas, las felicitaciones, los abrazos y las sonrisas, es genial volver a ver a otros corredores y sonreír porque tuvimos eso en común, pasamos por donde mismo y sufrimos parecido.



Mil mil gracias a mi familia que me banca en todas, buenas, malas y más o menos, y bueno la familia tiene un nuevo integrante, el OSO 🐻.

 
 
 

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